dimarts, 20 de març del 2007

Gana el sentido

Parece mentira que la elección del pediatra sea tan importante en una familia, sobretodo si es de padres novatos. Después del episodio tan desagradable con el anterior decidimos ponernos en contacto con una amiga nuestra que es pediatra en Sabadell para pedirle consejo. Nos trató tan bien que hemos decidido quedarnos con ella por tiempo ilimitado aunque tengamos que ir a otra población.

Después de descartar la posibilidad de intolerancia a las proteínas de la vaca entre otros factores, por fin hemos llegado a la conclusión de que lo mejor que se le puede dar a Quim es la leche materna hasta los seis meses tal y como recomienda la OMS y UNICEF. Porque tienen que haber bebés de todos los tamaños y el nuestro es menudo (cuestión de genética).

Tengo una amiga que dice que los pediatras deberían estudiar un poco de psicología (y no sólo infantil) para poder entender la angustia de los padres. Pero además yo añadiría que sería más ético por parte de los profesionales estar al día en su trabajo o retirarse de forma digna y honesta.

Si queréis saber algo más sobre lactancia materna os recomiendo que leáis el libro de Carlos González titulado Un regalo para toda la vida. Nos ha ayudado mucho a afrontar la situación descrita con el convencimiento de que nuestra opción es la más correcta para criar a Quim.



diumenge, 4 de març del 2007

El pecho sintético


Ayer fue uno de esos días en los que no sabes si la evolución de la especie está por encima de la evolución de la ciencia o simplemente ya hemos pasado la barrera y somos un poco más sintéticos cada día.

Me explico:

Fuimos al pediatra con Quim que ahora tiene cuatro meses y le tocaban las vacunas pertinentes. De paso lo pesamos para ver qué tal iba. Yo ya sé que es un niño menudo, cuestión de genética, por eso no me he extrañado hasta ahora cada vez que lo pesamos y su aumento ha sido siempre moderado. Pero ayer, oh, sorpresa! No sólo no aumentó sino que bajó unos gramos desde la última vez. El pediatra puso el grito en el cielo. Ya desde el principio hemos tenido nuestros más y nuestros menos respecto al modelo de crianza de Quim: yo me he empeñado en criarlo sólo a pecho y el pediatra ha luchado para que le diéramos un complemento prácticamente desde el primer mes. Para acallar mi conciencia he estado tirando por el fregadero todos los biberones que mi hijo no ha querido (cierto es que alguno sí le ha venido de gusto). Y yo venga a insistir que el niño no quiere el complemento, que con el pecho se queda siempre satisfecho; él venga a insistir que las tomas han de ser cada tres horas y no cada vez que el bebé me pide; yo venga a insistir que nadie, ni siquiera las personas, tiene un horario tan estricto en las comidas, ¿cómo vamos a pretender que lo tengan los niños recién nacidos si en su vida intrauterina eso de los horarios de comer y dormir no existía? Así hemos estado cuatro meses. Pero claro, ayer fue el colmo. “Ahora sí que va en serio (como si hasta ahora todo hubiera sido una tontería), fuera pecho y sólo biberón; para que no te haga daño la subida de leche te lo vamos a quitar poco a poco, este niño tiene que engordar”. Así que, por si no nos había quedado claro, dar de pecho es sólo una cuestión funcional. Yo pensaba que iba un poco más allá. Yo tenía entendido que dar el pecho daba cariño, seguridad, amparo, consuelo, calor, comprensión y un sinfín de cosas además de alimentar al bebé.

Ahora es el momento de buscar un pediatra que sea menos científico y más humano. Que vea al niño y a la madre como un todo y no por separado, porque es artificial pensar que desde el momento que se corta el cordón umbilical ipso facto quedan las dos personas separados. Por la poca experiencia que tengo, ese proceso de separación es mucho más lento y requiere mucho apoyo. Las mujeres lo tenemos todo en contra para criar a nuestros hijos de la forma más natural y tranquila posible.

En definitivo yo sólo pretendo amamantar un poco de humanidad en mi hijo.