diumenge, 7 de juny del 2009

Ejercicio: El Dédalo de Pasífae

EL DÉDALO DE PASÍFAE
(Recreación del mito del Minotauro)

Esta muñeca es la que más me gusta. Mira, la pondré aquí, enfrente de la entrada. No te marches aún, debo hablar contigo.

Soy reina. Mi padre es un Dios. Conozco las artes de la hichecería; sin embargo no puedo salir de aquí, no sabría cómo o ya no me acuerdo. Tú has ayudado a mi esposo a transformar el palacio en un lugar infinito. Ingenio no te falta, y favores del rey tampoco.

Este aposento de los delfines, donde cada día tomo mi baño, es el único que me recuerda cómo es el mar. Lo oigo a lo lejos; en ocasiones alcanzo a oler su perfume salado. Me recuerda la vida. Es aquí, en la habitación de al lado, donde he parido a mis hijos, los hijos del rey, frutos todos ellos de ayuntamientos escuetos. Él no me ama, nunca lo hizo, pero me cela: soy su reina.

La ingenuidad del púber es la que él desea.

Ha llegado el momento en que la luz de todos eclipsada por su desprecio vuelva a brillar. Tú me vas a ayudar. Te diré un secreto: cada vez que tu señor eyacule, la víboras y los ciempiés será lo único que reciban sus amantes.

¿Cuántos años tiene tu hijo? No, no me contestes, ya me hago una idea. ¿Ya lo conoce tu señor? Me ayudarás a entrar y salir del dédalo que me has construido, sólo hasta que pueda hacerlo por mi misma.

...

-Padre, ¿por qué nos han encerrado en esta torre?
-Ayudé a la reina a caminar sin perderse por el laberinto que le construí por morada por orden del rey. En una de sus escapadas conoció a un militar y se enamoró de él; Tauros se llamaba; engendraron un hijo: Minotauro. El rey me culpa de su humillación.